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ADISKIDETZEA

Jesús nunca espera que cambiemos, o simplemente empezar a tener un nuevo afecto hacia Él. Debido a el pecado no queremos hacer espontáneamente  lo que Jesús piensa que es bueno. De hecho, nos gustan las tinieblas, en ella encontramos un gozo y una satisfacción distorsionadas. Jesús escucha nuestros corazones, Él conoce nuestras luchas. JESÚS PERDONÓ NUESTROS PECADOS, PARA QUE EL ESPÍRITU DE DIOS PUEDA VENIR Y VIVIR EN NOSOTROS. Jesús limpió por completo la casa que antes estaba desordenada. El Espíritu Santo de hecho viene a aquellos que confían en Jesús y comienza a transformar el corazón, renovar el alma y hacernos nuevas personas (Ezekiel 36:27) El Espíritu Santo trabaja en nosotros y a través de nosotros. Antes, no deseábamos vivir en santidad pero el Espíritu Santo pone en nosotros un nuevo deseo de agradar a Dios en todo lo que hacemos. Dios nos da el Espíritu Santo y nos deja en la Tierra para que ahora podamos hacer lo que Dios desea (Jeremías 31:33).

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¿Cuál es la voluntad de Dios? ¡Traer la cultura de vida de Dios, sanar la cultura de muerte del hombre, ser el héroe! Dios quiere sanar aquello que ha sido dañado, distorsionado y quebrantado por nuestro  pecado. Dios quiere que reinen la vida, la verdad, la justicia, la paz, el gozo, la sabiduría y el amor. Él hace esto a través a aquellos en quien el Espíritu habita. El Espíritu nos hace que se manifiesten en nosotros el fruto del amor, gozo, paz, paciencia, dominio propio, bondad, amabilidad, fidelidad y gentileza. (Gálatas 5:22). ESTOS ATRIBUTOS NO SON NATURALES EN NOSOTROS, pero por el Espíritu de Dios podemos evidenciar ese fruto. Dios llena a las personas con el Espíritu para ser una imagen de paz, justicia, verdad, equilibrio, gracia y sanidad. Una comunidad que es humilde, busca reconciliación, busca sanidad social y personifica la justicia. Esta es la iglesia, la iglesia es la gente que se reúne en la común fe de que sólo Jesús puede salvar. La Iglesia no es un edificio o un evento sino una comunidad transformada, que busca a Jesús en reconciliación con todas las cosas (Hechos 1:8). 

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P. Dios entiende que naturalmente no sentimos el deseo de hacer lo que nos pide. ¿Sabías que esta es la razón por la que tenemos el Espíritu Santo, para ser quienes nunca podríamos ser?

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P. ¿Alguna vez has pensado de la iglesia como una comunidad transformada, llena con el Espíritu de Dios y con el fruto de gracia, justicia, amor, transformación y poder y no solamente un edificio donde se hacen misas?

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